Pérdidas económicas, daño a la biodiversidad, desgaste de los recursos naturales… Evitar el desperdicio de alimentos es una de nuestras asignaturas pendientes. Descubre los gestos que puedes hacer a diario para tirar menos cantidad de comida.
El desperdicio de alimentos en el hogar
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cada año se desperdicia un tercio de toda la comida producida a nivel mundial. O lo que es lo mismo, 1300 millones de toneladas de alimentos terminan siendo desechadas, bien desde la cadena de producción y distribución, bien desde los hogares de los consumidores.
Dentro de nuestras fronteras, en España, las cifras son igual de inquietantes. Según el Informe del Desperdicio Alimentario en España que anualmente elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2021 se desperdiciaron más de 1200 kilos de alimentos. Esto supone que cada persona tira a la basura una media de 31 kilos al año.
A tenor de estas cifras, las iniciativas para evitar el desperdicio de alimentos, o al menos reducirlo, son necesarias. Si bien es cierto que individualmente es difícil actuar en contra de las prácticas llevadas a cabo por las grandes empresas, contribuir en nuestro día a día para rebajar este desperdicio alimentario es posible. Y es que el 60 % de este desperdicio se produjo en el hogar, lo cual plantea mucho margen de mejora en nuestros hábitos diarios para poner fin a esta lacra.
Las consecuencias del desperdicio de alimentos
El desechar toneladas de comida al año no solo supone estar desperdiciando alimentos, si no que también conlleva malgastar los recursos naturales que la humanidad necesita para subsistir. Para producir alimentos son necesarios activos como agua, suelo y energía. Si esos alimentos van a terminar en la basura estaremos agotando inútilmente recursos que son limitados.
La sobreexplotación de estos recursos naturales tienen efectos negativos para la biodiversidad de especies naturales y para el equilibrio de los ecosistemas. Como consecuencia, la capacidad de producir alimentos cuyo consumo sea seguro se está viendo afectada cada vez más.
Las consecuencias del desperdicio alimentario también son económicas. Por un lado, si se invierte dinero en producir alimentos que acabarán siendo desechados, la pérdida económica es evidente. Además, cuanto más difícil sea producir alimentos de calidad, más aumentará su precio y menos asequibles serán para las personas con menos recursos.
Por todo ello, evitar el desperdicio de alimentos es una cuestión de vital importancia para el planeta.

Consejos para reducir el desperdicio de alimentos
Pese a los desalentadores datos, la buena noticia es que todos podemos poner nuestro granito de arena para luchar contra el desperdicio de alimentos. El día a día está lleno de oportunidades, aunque sean pequeñas, para intentar revertir la situación. Aquí van algunos gestos e ideas para reducir el desperdicio de comida.
Planifica tu menú semanal
Antes de lanzarte a comprar alimentos, es esencial planificar lo que se va a cocinar en los próximos días y, con esa información, elaborar una lista de la compra. Esta se deberá adaptar a las circunstancias de cada persona o familia. Por ejemplo, si tienes hijos, consulta su menú escolar para idear menús equilibrados. Si te llevas la comida al trabajo, piensa en platos que se puedan transportar y recalentar con facilidad, siempre sin comprometer la seguridad alimentaria.
Compra solo aquello que necesites
Una vez preparada la lista de la compra debemos ceñirnos a ella. Este es otro de los pilares para evitar el desperdicio de alimentos. De nada sirve que planifiquemos al milímetro nuestros menús si luego nos dejamos llevar por las compras compulsivas. Comprando solo los alimentos que necesitamos no solo evitaremos desperdiciar comida, sino también ahorraremos dinero.
Almacena los alimentos de manera eficiente
Tras hacer la compra viene el momento de llegar a casa y guardar los alimentos que hemos traído. Para que no acabes tirando parte de ellos, almacénalos de manera inteligente. Coloca los más antiguos o los que tenga una fecha de caducidad más próxima al vencimiento en la parte delantera de la nevera o de la despensa. Así será los primeros que utilices cuando surja la necesidad.
Evita amontonar las verduras en el frigorífico o colocarlas de cualquier manera. Así solo conseguirás perderlas de vista y no ser consciente de lo que guardas. Organiza los estantes de tu nevera por secciones para controlar mejor las existencias de cada tipo de producto. Si fuera necesario, emplea recipientes herméticos para conservar los alimentos frescos y etiquétalos con la fecha de envasado para que no se te olvide.
Entiende el etiquetado de los alimentos
Evitar el desperdicio de alimentos también implica saber leer las etiquetas. Los conceptos de fecha de caducidad y fecha de consumo preferente no son iguales. La fecha de caducidad indica cuándo un producto deja de ser apto para el consumo, mientras que el consumo preferente se refiere al momento en el que su calidad comienza a deteriorarse (aroma, textura, consistencia…) pero su consumo sigue siendo seguro.
El desconocer esta diferencia implica que muchas veces tiremos alimentos que están en perfectas condiciones para su consumo. Es más, las marcas suelen ser bastante conservadoras con la fecha de consumo preferente, por lo que, aunque hayan pasado unos días desde el vencimiento de esta, el producto mantendrá sus propiedades casi intactas.
No deseches las frutas y hortalizas feas
Los vegetales que no tienen formas bonitas o son más pequeños de lo habitual, a menudo acaban en el cubo de la basura. De hecho es la propia industria la que muchas veces los desecha, pues no pueden comercializarlas al mismo precio que las que nos resultan más estéticas.
Esas frutas, verduras y hortalizas con aspecto feo tienen el mismo valor nutricional que las más perfectas y, a veces, incluso mejor sabor. Por eso, cuando en el mercado veas alguna pieza algo más fea, no la descartes. Y si el vendedor te ha echado alguna en tu bolsa de la compra, no la tires directamente. Mientras esté en buen estado, se puede consumir.
Aprovecha las frutas y verduras más maduras
Incluso planificando nuestras compras con cabeza, hay veces que las frutas acaban madurando de más en casa, o los vegetales se empiezan a pasar. Evitar el desperdicio de alimentos también consiste en utilizarlos aunque no estén en su punto óptimo. En el caso de las frutas, prepara zumos, batidos o macedonias. Si se trata de verduras u hortalizas, añadirlos a cremas, sofritos o guisos es una excelente manera de aprovecharlos.
Empieza sirviendo raciones pequeñas
Evitar el desperdicio de alimentos también está en nuestra mano en el momento de cocinar o servir la comida. No es cuestión de quedarse con hambre, sino de no desperdiciar nada. Empieza repartiendo porciones pequeñas; tú y tus comensales siempre estaréis a tiempo de repetir. No hay nada más triste que tirar la comida directamente del plato a la basura.
Practica la cocina de aprovechamiento
El interés por evitar el desperdicio de alimentos no es algo nuevo. Qué bien se les daba a nuestras abuelas reutilizar las sobras que nadie se quiere comer y convertirlas en otro apetecible y delicioso plato. De hecho muchas de las recetas tradicionales que hoy conocemos surgieron para aprovechar la comida. Las croquetas, los canelones o el gazpacho son buenos ejemplos de ello.
La cocina de aprovechamiento, o el arte de inventar recetas a partir de otras, es un hábito que se debería perder nunca.
Consume productos de proximidad
Cerramos esta lista de consejos para evitar el desperdicio de alimentos con un último apunte: siempre que sea posible, elige alimentos de proximidad. Además de apoyar a productores y comercios locales, esta práctica también ayuda a reducir el desperdicio alimentario a nivel global. Cuanto más cerca a nosotros se produzcan los alimentos, menos distancias tendrán que recorrer y con menos antelación se deberá realizar su recolección, por lo que habrá más posibilidades de que lleguen a nosotros en buenas condiciones para su consumo. Es deci
Puedes hacerlo comprando productos locales o apoyando a agricultores y pequeñas empresas de la zona. De esta manera contribuimos a la lucha contra la contaminación y el cambio climático, reduciendo las distancias que recorren los vehículos que transportan estos alimentos de un lado a otro.